La casa del manantial
Cuando afrontas una rehabilitación, lo primero que haces es indagar en las intenciones y objetivos que tuvo tu antecesor al iniciar el proyecto. En este caso teníamos parte del camino hecho porque conocemos muy bien al autor, Eugenio de Aguinaga, del que restauramos la Casa de la Pradera y la fachada del edificio Cisco 2, ambos en Getxo (Vizcaya).
El nombre con el que se bautizó a este último proyecto de rehabilitación es la Casa del Manantial, construida a principios de los años 90 y situada junto al campo de golf de Laukariz, cuya casa club también acabamos de restaurar. En la vivienda, Aguinaga planteó una moderna distribución, con dos elementos paralelos, uno para las habitaciones y otro para la cocina y servicios, unidos por una gran cubierta a dos aguas donde se ubica el gran salón y que divide el exterior en las zonas norte (piscina-jardín) y sur (entrada-parking).
En nuestra intervención, de la mano de la constructora Decons, respetamos al máximo el espíritu inicial, incluso enfatizándolo. En el interior unimos el cuarto de baño con el vestidor del dormitorio principal en busca de mayor amplitud en estos espacios, mientras que fuera construimos un nuevo garaje bajo la piscina, pintado con un llamativo epoxy rojo. Así liberamos de coches la entrada, pudiendo crear de esta forma un patio jardín donde antes se dejaban estos. Es un lugar tranquilo y mágico, resguardado del viento, en el que el tiempo puede detenerse. A su vez, la parte superior del aparcamiento se habilitó como terraza, con un pavimento que emula la cubierta de un barco
Eugenio de Aguinaga (1910-2002)
Siempre resulta gratificante trabajar sobre la obra de profesionales como Eugenio de Aguinaga, que dio lo mejor de sí mismo en la mesa de dibujo. Su trabajo era realmente artesanal y con una gran sensibilidad hacia el lugar, creando magníficos diseños construidos más desde el saber hacer que desde la teoría. Por desgracia, en los últimos años se está perdiendo esta manera de trabajar y los estudios de arquitectura se parecen más a un despacho de abogados que a un taller artesanal.
En su estudio de Gran Vía 4 de Bilbao, Eugenio de Aguinaga desarrolló grandes obras urbanas como las torres Zabalburu en la plaza homónima, edificios emblemáticos en el Ensanche bilbaíno, elegantes obras en Getxo con un sabor inglés que con el tiempo han pasado a ser una seña de identidad del municipio o el club de golf de La Galea, cargado de referencias wrightianas y anglosajonas.
También fue un gran hombre. Tuve la suerte de conocerle y descubrí a una persona atenta con todo el mundo. A pie de obra se desenvolvía con destreza y en el tablero, con maestría.
El tiempo pone todo en su sitio y su arquitectura ha sabido perdurar. Hace poco leí que así como las ciudades americanas empeoraban con el tiempo, las europeas mejoraban, lo que también ocurre con las obras de Aguinaga. Un claro ejemplo es esta Casa del Manantial.
Fotos: Joseba Bengoetxea