Koolhaas se exhibe junto a Prada en Milán
Confusión. Tal es el efecto que produce el edificio, o mejor, el complejo de edificios de la nueva sede de la Fundación Prada, recién inaugurada en Milán. Resulta un ‘totum revolutum’, donde una antigua destilería situada a las afueras de la ciudad italiana ha recibido añadidos de todo tipo: bloques de granito, largos corredores vidriados, revestimientos de pan de oro… Y eso es precisamente lo que buscaba su arquitecto, Rem Koolhaas: “Mediante la introducción de tantas variables espaciales, la complejidad de la arquitectura promoverá una programación abierta e inestable, donde el arte y la arquitectura se beneficiarán de los desafíos de cada uno”.
“No es un proyecto de conservación y tampoco una nueva arquitectura. Dos condiciones que por lo general se mantienen por separado, aquí se enfrentan entre sí en un estado de permanente interacción”, continúa la cabeza visible del estudio OMA, premio Pritzker en el año 2000 y responsable de famosos proyectos como la sede de la Televisión Central de China en Pekín o la Casa da Música de Oporto. Con diversas intervenciones integradas entre viejos almacenes –entre las que sobresale la torre dorada–, la fundación exhibe una auténtica colección de espacios arquitectónicos, además de las propias obras de arte, claro está. Es como un juego visual, según su autor: “Ofrece un conjunto de fragmentos que no se congelan en una sola imagen, o permiten que una parte domine a las demás”.
Y del continente al contenido: dar a conocer el arte, el cine y las disquisiciones filosóficas más actuales, pues tal es el cometido de la fundación, asociada a la firma de moda Prada, desde su creación en 1993. En realidad, todo cabe. “Creo que las instituciones culturales actuales se parecen mucho en términos de escala, hay mucha uniformidad y eso conlleva cierta monotonía expositiva. Esto es lo contrario”, defiende Koolhaas. La primera gran muestra se titula Serial Classics, con escenografía de OMA. Estudia la creación seriada y la copia en el arte clásico grecorromano enseñando esculturas antiguas y sus reproducciones de época posterior. En paralelo, se exhibe An Introduction, que enseña coches de los artistas Elmgreen & Dragset, Carsten Höller, Tobias Rehberger y Sarah Lucas. Hay también una instalación permanente del escultor Robert Gober, dos trabajos de Louise Bourgeois y un documental a proyección sobre las fuentes de inspiración de Roman Polanski.
El complejo incluye un bar diseñado por el director Wes Anderson, envuelto en la atmósfera retro tan habitual de sus películas, paredes enteras traídas de la Galería Vittorio Emanuele, mobiliario de Formica y panelados en madera en referencia a los cafés de la ciudad en los 50 y 60. Aunque parezca que haya algún desorden, todo se ha medido al milímetro, igual que si se tratara del lanzamiento de una campaña de Prada.